Por: Maikel Alix
Durante años las políticas públicas han sido vistas como el vehículo adecuado para transportar el bienestar buen colectivo de los pueblos, por lo que las mismas precisan de la voluntad de los gobiernos y su apego a la transparencia para el correcto manejo de los recursos públicos.
La clara determinación de acciones articulares que procuran un impacto positivo en las vidas de los ciudadanos, está ligada a la intencionalidad gubernamental, para establecer consonancia con el término Welfare State , cuya traducción exacta al español es estado de bienestar.
Aunque la traducción de este término abraza en esencia su llano significado, existe una diferencia en la aplicación de estos modelos sociales, relacionada con la ubicación continental y regional, tal y como se define en la Enciclopedia Digital Concepto .
Desde el punto de vista de las políticas públicas, los modelos sociales empleados en los 180 Estados evaluados por Transparencia Internacional son: nórdico, continental, anglosajón, mediterráneo y el aplicado en América Latina, sin embargo, el término de políticas públicas es una categoría universal de las Ciencias Políticas, porque tiene que ver con la gobernabilidad.
Los orígenes de las políticas públicas se remontan al siglo XX, a partir del cual los países desarrollados centran su mirada en garantizar las necesidades básicas de sus ciudadanos, tales como: salud, educación seguridad, ciudadana y alimentación, planes de retiros dignos, entre otras .
Hacer que el Estado se convierta en garantía de bienestar para cada ciudadano, puede ser visto como una quimera en países en vía de desarrollo, pero sociedades como Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia, Singapur, Suecia y Suiza han apostado a una transparencia garante del ya Bienestar mencionado para su gente, según el Índice de Percepción de Corrupción 2021 de Transparencia Internacional.
Sin querer crear un debate sobre las diferentes visiones y corrientes de pensamiento sobre las políticas de Estado, este escrito procura centrar toda su atención en las nuevas tendencias de las políticas públicas.
En el caso específico de República Dominicana, donde la tendencia es orientarse a un modelo neoliberal, la aplicación de políticas públicas durante años se han redirigido hacia acciones puntuales como programas de ayuda sociales, obras de impacto colectivo y otras que por falta de evaluación se desconoce su verdadero impacto en la sociedad dominicana.
En las últimas décadas los gobiernos del país se han caracterizado por dejar obras tangibles para señalar que no pasaron sin pena ni gloria por la presidencia, pero la tarea aún continúa pendiente, porque en todos estos años no se visualiza un solo problema social que se haya resuelto, evidenciándose claramente una gran falencia en la continuidad de Estado y la institucionalidad.
En República Dominicana, de la misma manera que cada partido es identificado por un color, asimismo procuran la singularidad de sus acciones en cuanto a políticas públicas se refieren, pero a ciencia cierta debemos culpar el peso histórico de más de un siglo
Cuando pensamos en políticas públicas lo primero que nos llega a la mente es educación, seguridad ciudadana, salud, seguridad social, transporte, planes de retiro, etc., entonces, vale preguntarnos, ¿hasta qué punto están resueltos estos temas? Podemos asegurar que la respuesta tendrá una gran carga de subjetividad, porque no se visualizaba un órgano con rigor científico que midiera el impacto de esas políticas públicas en esta media isla.
En efecto, el sentimiento de validar, evaluar y medir las políticas públicas en República Dominicana, permanecía como un asunto pendiente hasta el nacimiento del Centro de Investigación de Políticas Públicas (CIPP), órgano que se presentó ante la sociedad con esta promesa, como parte de sus principios filosóficos.
Actualmente, las tendencias de las políticas públicas aplicadas en República Dominicana están enmarcadas dentro de los pilares educación, seguridad ciudadana, seguridad social, transporte, salud, pensiones, entre otros, siendo los mismos de las últimas dos décadas.
Estas aplicaciones han sido parte de las agendas de las diferentes gestiones gubernamentales, en donde ciertamente se ha experimentado algunos avances, aunque no los esperados luego de más de veinte años con altas y bajas, pero aún persisten como una asignatura pendiente.
Con el repunte de las redes sociales en la última década, mismas que han servido de altoparlantes de los gobiernos para dar a conocer las referidas ejecuciones en los diversos segmentos de la población, se ha identificando cierto impacto en la ciudadanía, pero ¿son los planificados y/o deseados por el pueblo?
La sencillez de esta pregunta no está ligada a una respuesta fácil, ya que la continuidad de Estado ha sido la principal falencia en República Dominicana, país caribeño caracterizado ampliamente por el presidencialismo, desde donde nacen las realizaciones gubernamentales a imagen y semejanza del presidente de turno.
Fielmente, esta realidad se ajusta a las nuevas tendencias de las políticas públicas, con el ingrediente de las redes sociales, instrumentos que han venido a poner en manos de la ciudadanía el poder de denunciar, exigir y mayormente no dejar pasar por alto el incumplimiento de las promesas hechas.
Las políticas públicas no son, ni deben ser, modismos de ninguna administración, porque en ellas radican el desarrollo y la sostenibilidad de las sociedades, que se hacen extensivas al bienestar de los ciudadanos, y aunque para algunos suenen como eufemismos, ciertamente son la única vía para alcanzar el progreso deseado, con el compromiso de todos en la sociedad.