Buenas noches, señoras y señores:

Previo a entrar en consideraciones conceptuales respecto al análisis de las políticas públicas en República Dominicana, de sus muchas veces tortuosos caminos procesales y de la interdependencia de las decisiones políticas a los fines de que estas sean eficaces en la resolución de los problemas, debo recordar a nuestros amigos e invitados presentes que las políticas públicas son objeto de ponderación y análisis a escala global respecto a lo determinado e indeterminado que ellas resultan.

Antes de entrar en ese abordaje, me gustaría iniciar estas palabras definiendo el concepto de políticas públicas, de manera que lo expresado aquí por mi compañera y amiga Emilia Pereyra, vicepresidenta ejecutiva, acerca del rol que jugará el Centro de Investigación de Políticas Públicas (CIPP), quede sellado ante la opinión pública y en las audiencias que les interesan estos temas.

A pesar de que los especialistas del tema tienen distintas formas de definirla, todos coinciden en que las políticas públicas son un conjunto de acciones de gobierno cuyo objetivo es concretar, alcanzar con eficacia y eficiencia objetivos de interés público.

Veamos otra definición más abarcadora, pero que en esencia plantea lo mismo que la anterior cuando refiere que: “Políticas públicas son el conjunto de programas y proyectos, vinculados coherentemente, que el gobierno decide, representativamente, sobre la base de lo diseñado técnicamente y avalado socialmente, con el propósito de implementar y evaluar para alcanzar un conjunto de objetivos de valor público”.

Las definiciones anteriores resaltan que son acciones gubernamentales que buscan concretar con eficacia los objetivos de la administración, pero no siempre los gobiernos logran esas metas porque las políticas públicas aun presentan las siguientes características: son arbitrarias, opacas, son difusas en su formulación y no pocas veces carecen de formulación, no son evaluadas y sin planificación terminando en un círculo vicioso que genera frustraciones en los segmentos poblacionales a los que están dirigidas.

Pero hay otros dos fenómenos que impactan negativamente las políticas públicas, aparte de los factores que hemos señalado previamente: se trata del cáncer de la corrupción que se genera alrededor del desorden provocado por la no planificación de estas.

Toda esta falta de claridad en la ejecución de las políticas públicas arrastra un clientelismo que en América Latina ha dado al traste con el prestigio de políticos, funcionarios y proyectos partidistas que antes de llegar al gobierno erigieron la imagen más impoluta en el quehacer político.

La corrupción pública, un fenómeno milenario, enajena recursos que pudieran estar dirigidos a mejorar programas y proyectos, razón por la cual los analistas de políticas públicas se han centrado en las herramientas metodológicas que hacen posible mejorar la formulación, ejecución y supervisión de las acciones del gobierno. Desde ese ángulo, es pertinente que los gobiernos asuman con rigurosidad la planificación de las acciones para enfrentar los problemas que abaten a la gente.

Ninguna administración, no importa si llegó al poder con los más altos niveles de popularidad, alcanzará los objetivos del programa de gobierno si carece del rigor de la planificación en las acciones que emprenderá, de tal suerte que los planes puedan ser científicamente medidos y evaluados. La improvisación desde la administración pública es un factor que solo conduce a la frustración y la desesperanza de los pueblos.

Hay que auxiliarse de las herramientas metodológicas para la presentación, ejecución y evaluación de las políticas públicas, de manera que esos razonamientos teóricos contribuyan al rigor y a la disciplina que se deben tener para avanzar con seguridad hacia los objetivos soñados.

Si se quiere ser exitoso desde la administración del Estado, hay que valerse de la metodología que clarifique la concepción de la realidad en términos de problemas públicos a resolver; no dejar que un político se invente la necesidad que tiene la gente; hay que  conocer claramente las políticas en diseño y en implementación: las sobrantes y las faltantes, de manera que al estar “ordenada” la gestión, se convierta en abarcable, con mayores posibilidades de ser controlada, evaluada,  y una última tarea que algunos de nuestros políticos no entienden: que sea bien comunicada.

Todos los que hemos tenido experiencia de Estado, en algún momento entramos en conocimiento de acciones gubernamentales que solo están en la cabeza del ministro que la concibió, como aquella de los textos integrados. Con los políticos que han hecho carrera en los partidos basada en el instinto, y no en la formación rigurosa. Hay que exigirles barrer de los locales partidistas el clientelismo y la corrupción, de manera que los impuestos que paga la gente sean devueltos en la formulación de políticas públicas dirigidas a la resolución de los problemas más acuciantes que les afectan, para que sus vidas sean más dignas

Se hace perentorio exigir a los gobiernos llevar a la administración del Estado a las personas con los perfiles adecuados para desempeñar un cargo público, que garantice, en primer lugar, que ese postulante no va a una función pública con el objetivo de construir una fortuna; en segundo término, que quienes ostenten una función dispongan de las herramientas profesionales para compartir con sus colaboradores el nivel de compromiso y disciplina para la formulación de políticas públicas.

¡Gobernar no es tan fácil! Es el arte de construir imposibles en logros concretos. Es una tarea un tanto compleja, no como pretenden hacernos creer quienes no han estado al frente de la cosa pública o aquellos que, aun habiendo pasado por ahí, una vez estando en la oposición se convierten en látigos implacables sin darse cuenta de que están afilando cuchillo para su garganta.

No se debe estudiar, describir, explicar y criticar el proceso de gobernar, el de tomar de decisión en gobiernos democráticos sin una pequeña dosis de mesura, comedimiento y sensatez. Y la sensatez, la inteligencia creativa y un enfoque optimista solo son viables en un individuo con verdadera vocación de servir, cuyo propósito no sea el de ir a fortalecer una compañía por acciones para debilitar las arcas del Estado.

Es sensata aquella persona que sabe tomar decisiones en situaciones difíciles, mantiene la tranquilidad y valora fríamente las diferentes opciones que se presentan. Y en este punto, es bueno traer del disco duro del recuerdo aquella frase del primer canciller alemán Konrad Adenauer: “En política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno”.

Para demostrar sensatez, en la política o en cualquier otra actividad humana, el individuo tiene que estar también empoderado del conocimiento, saber bajo qué supuestos se toman las decisiones, cuáles son los procedimientos y momentos, cuáles formas de intención, es decir, conocer si las decisiones que toman los gobiernos se basan en estadísticas, informaciones, análisis, modelos causales probados científicamente o si las decisiones que toman quienes nos gobiernan se sustentan en otros elementos.

Al tenor de este último razonamiento surgen las siguientes preguntas: ¿cómo enfrentan los gobiernos, los problemas actuales? ¿Por qué algunos problemas nunca se resuelven? ¿Cuáles son las políticas que están implementando los gobiernos? ¿Por qué esas y no otras? ¿Las ciencias sociales pueden ayudar a los procesos de políticas? ¿Quién decide las políticas? ¿Cómo se formulan las políticas? ¿La participación ciudadana puede ejercer influencia en la formulación de las políticas? Todas esas preguntas tienen respuestas razonables.

República Dominicana replica, en muchísimos casos, el modelo de América Latina de concebir y ejecutar políticas públicas ineficaces, cuyos resultados negativos están a la vista de todos en los distintos ámbitos del accionar público.

Los dominicanos hemos tenido que observar con el rostro gélido de la incredulidad cómo miles de millones de pesos se los traga la improvisación, la politiquería y la corrupción administrativa.

El Centro de Investigación de Políticas Públicas (CIPP), como se ha dicho aquí, tiene como meta monitorear, analizar y estudiar bajo la lupa del rigor científico de las políticas públicas en las que los gobiernos invierten miles de millones de pesos todos los años, en buena parte de las cuales no se cumple con la rigurosidad de la planificación, pero sobre todo omitiendo el consejo de Charles de Gaulle, el primer ministro francés,  cuando decía: “He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”.

El CIPP está integrado por profesionales de las distintas ramas del saber, con una alta calidad humana, personas sacrificadas en cada una de las tareas que han abrazado en sus vidas y con un alto sentido del compromiso con el país. La reciedumbre moral de la que están validados sus perfiles me compromete personalmente a no fallar como cabeza visible de este proyecto.

Haremos un trabajo en equipo, profesional, independiente, objetivo, sensato y de calidad para, sin prejuicios, cooperar en el fortalecimiento del sistema democrático de la República Dominicana. Para ese propósito hay que valerse de las herramientas científicas como encuestas nacionales, “focus group” y otras que nos permitirán saber la percepción y valoración que tienen los ciudadanos sobre determinada política pública.

Esos resultados se darán a conocer a la opinión pública y a los funcionarios que son responsables de las áreas estudiadas, a los fines de que puedan enmendar errores o tendencias negativas.

El Centro de Investigación pondrá siempre por delante el interés nacional para que las administraciones puedan ir comprendiendo que, si una política pública no cuenta con los medios, no se podrán alcanzar los fines.

A los integrantes de este equipo que en este momento da la cara al país solo nos confortará el deber cumplido, parafraseando al insigne puertorriqueño Eugenio María de Hostos cuando señaló: “La eternidad hace bien en ser paciente. Los momentos pasan; pero siempre llega el día de la victoria de la justicia. Que no lo vea el que por ella ha sucumbido, eso ¿qué importa? El fin no es gozar el día radiante; el fin es contribuir a que llegue el día”.

Muchas gracias.  Que Dios les bendiga a todos.