Por Dr. Eliades Acosta Matos

Tras la publicación en el periódico El Caribe, el 29 de noviembre de 1962, del Programa de Gobierno del Partido Revolucionario Dominicano, comenzó una sistemática labor de difusión y explicación de su alcance, objetivos y modos de implementación a través de políticas públicas, de resultar ganador el candidato Juan Bosch en los comicios presidenciales del 20 de diciembre.

Con la etapa de confrontación, las opiniones populares y las críticas que levantó el Programa entre sus rivales políticos, Bosch y otros dirigentes del PRD pudieron constatar hasta qué punto sus propuestas eran bien recibidas por un pueblo ávido de bienestar, trabajo y acceso a los servicios básicos de la vida moderna, en un clima de justicia social, democracia y libertad, pero también donde chocaban con lo que el mismo Bosch calificaría como «frente oligárquico interno», incluso, aunque no se definía expresamente, con poderosas fuerzas extranjeras, principalmente el gobierno norteamericano, defensor de sus empresas transnacionales.

Es importante recordar que un sistema de políticas públicas justificadas y eficaces depende de la participación ciudadana en las etapas de diseño, planificación, implementación, seguimiento y evaluación. No tiene sentido aplicar políticas de gobierno que no estén avaladas por el impacto positivo que logren, mediante un uso racional de recursos humanos y materiales, en sus destinatarios o usufructuarios finales. En este sentido, la etapa de discusión y retroalimentación de las políticas proyectadas para el bien común o la solución de problemas, demandas y necesidades concretas de la ciudadanía es una de las etapas más importantes para su diseño e implementación. Precisamente con ese objetivo, desde el 29 de noviembre y hasta fines de diciembre, el PRD y su candidato usaron todas las herramientas disponibles para estar en contacto con el pueblo dominicano.

También aportaron a esta labor de afinamiento y precisión, aunque no era su objetivo, sino todo lo contrario, las críticas, ataques y descalificaciones que se hicieron al Programa de Gobierno del PRD, especialmente a través de la prensa y, sobre todo, las publicadas en El Caribe. Es bueno destacar que la opinión pública libre, consciente y responsable, forma parte del proceso de elaboración, aplicación y evaluación de las políticas públicas. Lo realmente asombroso, en el caso de Bosch y de la República Dominicana post-Trujillo, es que semejantes principios se estaban cumpliendo en un país que apenas comenzaba a salir de más de 30 años de feroz dictadura.

Las críticas más agudas al Programa de Gobierno del PRD fueron publicadas en un extenso artículo de Juan Isidro Jimenes-Grullón, líder de la Alianza Socialdemócrata, publicado el 9 de diciembre de 1962 en El Caribe, aunque se trató inicialmente de una alocución televisiva realizada el 7 de ese mismo mes. Antes lo habían hecho el Dr. Francisco Antonio Avelino, secretario general de esa organización política, en un artículo del día 30 de noviembre; y el 5 de diciembre, el Dr. Luis Manuel Baquero, secretario general del partido Unión Cívica Nacional, principal contendiente del PRD en las elecciones. Las críticas de Jimenes-Grullón iban dirigida a los siguientes aspectos:

  • El PRD «[…] disfrazado de revolucionario, representa el aventurerismo político y, por consiguiente, la reacción más fehaciente y espuria».
  • «Desde los primeros momentos, fue intención de los dirigentes de ese partido captar, mediante una prédica engañosa, a las mayorías ignorantes, principalmente el campesinado».
  • «La propuesta de Reforma Agraria del PRD contempla la entrega de 100 tareas de tierra a cada una de las 70,000 familias de agricultores carente de ellas. Para poder cumplir esa promesa, el gobierno tendría que comprar, aparte de sus tierras, tres o cuatro millones de tareas, hoy en manos de pequeños propietarios y, en consecuencia, ello sería una amenaza seria contra estos y un peligro para la estabilidad agrícola en el país».
  • Jimenes-Grullón tildó de «mentiras» los proyectos del PRD de crear silos y frigoríficos para preservar el fruto de las cosechas y una Central de Cooperativas Ganaderas, esto último, por el reducido número de cooperativas existentes en el país. También se opuso a la entrega a cooperativas de las empresas azucareras del gobierno, antes confiscadas al tirano y sus cómplices.
  • En cuanto a las inversiones extranjeras que se pretenden incentivar con bajos impuestos y otros beneficios, Jimenes-Grullón lo considera «[…] manifestación patente de entreguismo para acabar definitivamente con la industria nacional y acentuar el fenómeno de la fuga de capitales al exterior»; en resumen, «un pecado de lesa patria».
  • La reducción de impuestos, una de las propuestas centrales del PRD, es en opinión del crítico, «[…] un intento de baja politiquería para no asustar a las clases ricas o acomodadas». La creación de una red de Tiendas del Pueblo para garantizar el acceso de los más desfavorecidos a artículos de primera necesidad a precios justos, es considerada en esta crítica como «[…] medida demagógica, que de aplicarse entrañaría la ruina del pequeño comercio».
  • La propuesta del PRD de prorrogar las hipotecas actuales en 20 años, es rechazada por Jimenes-Grullón, alegando que esa medida «[…] liquidaría el poder económico de los bancos del Estado, especialmente Banco Agrícola, en momentos en que son más necesarios que nunca para el futuro del país».
  • La enunciación en el Programa del PRD de los derechos sociales de los trabajadores, no son considerados por Jimenes-Grullón como compatibles con un documento de este tipo, sino más bien constitucional, a lo que agrega que reducir los mismos a los trabajadores lesiona el derecho del resto de los ciudadanos. Algo parecido se plantea al analizar las propuestas de compilar un Código Sanitario, un Código de Educación y un Código de Trabajo.
  • El compromiso que el Programa del PRD establece con el respeto y salvaguarda de los derechos humanos y políticos de los ciudadanos, es interpretado por Jimenes-Grullón como «[…] nada a que no esté obligado un gobierno republicano, democrático y representativo».
  • En resumen, al final de su crítica, Jimenes-Grullón concluye que lo afirmado por él «[…] ha probado que la mayor parte de los ofrecimientos consignados en el documento tienen un carácter absurdo, chocan con la realidad, llevarían al país a la ruina y lo entregarían al capital extranjero».

La polémica suscitada por el Programa de Gobierno del PRD, en vísperas de las elecciones, en vez de ser un obstáculo para las futuras políticas públicas de la administración que resultaría vencedora en los comicios, como fue el PRD, lejos de debilitar el plan propuesto, brindó la ocasión de perfeccionarlo y enriquecerlo a través del debate. Bosch, político avezado, para quien la opinión pública era el actor principal en la nueva República Dominicana, captó y aprovechó de inmediato estas opiniones. Su gobierno, no por casualidad, se caracterizaría por el respeto a la libertad de expresión, las rendiciones de cuentas a la ciudadanía y el estímulo a la participación, todos fenómenos inéditos tras décadas de dictadura.

En un próximo artículo de esta serie profundizaremos en el concepto boschista de la relación existente entre democracia, políticas de gobierno y opinión pública, expresado el 30 de enero de 1962 en su alocución radial en el programa Tribuna Democrática bajo el título «Democracia: régimen de opinión pública».