Por: Dr. Eliades Acosta Matos

Aún sin haberse ceñido la banda presidencial —lo que ocurrirá el 27 de febrero de 1963—, Juan Bosch sostuvo una crucial entrevista con el presidente norteamericano John F. Kennedy, en el Despacho Oval de la Casa Blanca. El 10 de enero, al mediodía, tendría lugar el encuentro. De lo allí tratado pueden deducirse algunas de las políticas públicas que aplicaría su administración, precisamente caracterizada por la coherencia y el rigor, en este campo.

Algunos historiadores, como Bernardo Vega, han afirmado que, al ser ajusticiado el 30 de mayo de 1961, el tirano Rafael L. Trujillo Molina era poseedor, directamente o a través de testaferros, de más del 42 % del PIB de la nación. Su inagotable riqueza se asentaba en una tupida red de negocios y empresas de todo tipo, incluyendo la mayoría de los centrales azucareros del país. El destino de esas propiedades y las nuevas funciones que asumirían en manos del Estado dominicano, tras la salida del país de los remanentes de su clan familiar en el mes de octubre de ese mismo año, tendrían un peso decisivo en el futuro económico de una nación pobre y subdesarrollada, como era República Dominicana.  Ese fue, y no por casualidad, el tema inicial abordado en la reunión entre Bosch y Kennedy. Así lo refirió el primero en la entrevista concedida en 1964 a Lloyd N. Cutler:

Hablamos de las empresas del Estado que habían pertenecido a Trujillo. Me ofreció todo tipo de ayuda técnica para evitar que fuesen vendidas a particulares, en especial, a compañías norteamericanas. El tipo de ayuda ofrecida para el desarrollo de República Dominicana fue generosa […].[1]

No se trataba de una nueva filosofía de defensa de los recursos y las riquezas nacionales de los países latinoamericanos y caribeños, por parte de Kennedy, sino de evitar explosiones sociales y restar combustible a la volátil situación sociopolítica en la región, bajo el influjo de la Revolución cubana triunfante y de su antiimperialismo nacionalista. Para Bosch, aquella conversación tendría otro efecto: el de reforzar su convicción de que las políticas pública a aplicar para reactivar la economía dominicana, debían basarse en la defensa de los intereses nacionales, no podían ser cosméticas ni permitir el  saqueo por parte de las empresas extranjeras, y debían tributar a un programa de desarrollo nacional integral y sostenible, enfilado, precisamente, a la elevación del nivel de vida de los dominicanos, a la satisfacción de sus necesidades y a remontar el subdesarrollo heredado.

No fue casual que la administración de Bosch, en el terreno económico, propiciara un auge inédito del cooperativismo, iniciativa novedosa para la época, que pretendía dar participación a los cooperativistas en la administración y ganancias de las empresas, paso intermedio entre la propiedad privada y colectiva, que buscaba mantener lo positivo de ambos modos de propiedad, sin incentivar la confrontación social ni la inestabilidad política.

Otra línea transversal que atravesó el conjunto de las políticas públicas durante el gobierno de Bosch fue la defensa de los intereses y de los productores nacionales, pilares del desarrollo interno, creadores de fuentes de trabajo y riquezas para el país. Esto queda evidenciado en el oficio 6566, sin fecha, del presidente Bosch al presidente del Senado, recomendando la aprobación del proyecto de Ley que modificaba la número 5412, del 8 de octubre de 1960. Dicho proyecto establecía «[…] impuestos internos de consumo pagados por los importadores, con carga a los consumidores, en por lo menos 37 artículos de manufactura extranjera».[2] Las razones que lo justificaban eran elocuentes:

El Estado necesita garantizar a los productores un mercado interno, que no resulte afectado por productos extranjeros. Todos los artículos a que se refiere el proyecto de ley que tengo el gusto de enviarle, son competidores de productos similares fabricados en el país. Si este proyecto de ley no fuese aprobado, o si su aprobación se dilatare al menos algunos días, podríamos encontrarnos en el caso de que se produjeran importaciones que perjudicarían a los industriales dominicanos que producen esos renglones en el país.[3]

Otro eje transversal de las políticas públicas aplicadas durante el breve y accidentado gobierno del presidente Bosch fue la inclusión en los planes de desarrollo de todos los municipios del país, buscando un avance nacional armonioso, no solo concentrado en la capital o las grandes ciudades. En carta al senador Osiades Mora Oviedo, del 3 de mayo de 1963, así quedó demostrado:

Le digo con toda franqueza que es absolutamente imposible atender a todas las necesidades de los municipios de Elías Piña, Bánica y Pedro Santana expuestas por usted en su carta del 24 de abril. Así mismo no es posible, dada la situación económica del Estado, enviar una comisión de estudio a la frontera del Sur.

¿Por qué no toma Usted de cada municipio la necesidad más urgente y me la detalla en tres memorándums, uno para cada caso? Así me sería más fácil concentrar la actividad del gobierno y tratar de encontrar los recursos necesarios para, por el momento, atender a un problema en cada punto.[4]

No se trataba de ser indiferente ante los graves problemas de estos tres municipios, ubicados entre los más pobres del país, pero tampoco de tomar decisiones unipersonales y demagógicas, con vistas a fomentar el clientelismo, tan presente en la historia política de la nación, especialmente en la época de la dictadura. El gobierno haría un esfuerzo para garantizar, de inmediato, al menos las principales y más apremiantes necesidades de estos y otros territorios, tradicionalmente relegados.

La justicia social y las atenciones a las necesidades reales del pueblo comenzaban a contar entre las razones que fundamentaban las más altas decisiones de Estado. La gente humilde, por primera vez en décadas, era tenida en cuenta a la hora de establecer prioridades. Se trabajaba con sentido del ordenamiento y la integralidad del país.

[1] Juan Bosch, recorded interview by Lloyd N. Cutler, June 9, 1964, p. 4, Kennedy Library Oral History Program.

[2] Oficio 6566, sin fecha, Cronológico de Oficios de la Presidencia, mayo-julio de 1963, tomo II, AGN, Editora Búho, Santo Domingo, 2019, p. 138, IT: 3121237.

[3] Ídem.

[4]  Sin número de oficio, 3 de mayo, 1963, Cronológico de Oficios de la Presidencia, mayo-julio de 1963, tomo II, AGN, Editora Búho, Santo Domingo, 2019, p. 61, IT: 3121235.